lunes, 29 de abril de 2013

LA DE BRINGAS

LA TENTACIÓN


        Ratos felices eran para Rosalía éstos que pasaba con la marquesa discutiendo la forma y manera de arreglar sus vestidos. Pero el gozo mayor de ella era acompañar a su amiga a las tiendas, aunque pasaba desconsuelos por no poder comprar las muchísimas cosas buenas que veía. El tiempo se les iba sin sentirlo. Milagros se hacía mostrar todo lo de la tienda; revolvía, comparando; pasaba del brusco antojo al frío desdén; regateaba, y concluía por adquirir diferentes cosas, cuyo importe cargábanle en su cuenta. Rosalía, si algo compraba, después de pensarlo mucho y dar mil vueltas al dinero, pagaba siempre a tocateja. Sus compres no eran, generalmente, más que de retales, pedacitos o alguna tela anticuada, para hacer combinaciones con lo bueno que ella tenía en casa y refundir lo viejo dándole viso y representación de novedad.

        Pero un día vio en casa de Sobrino Hermanos una manteleta….¡Qué pieza, qué manzana de Eva! La pasión del coleccionista en presencia de un ejemplar raro, el entusiasmo del cazador a la vista de una brava y corpulenta res no nos dan idea de esta formidable querencia del trapo en ciertas mujeres. A Rosalía se le iban los ojos tras la soberbia prenda, cuando el amable dependiente del comercio enseñaba un surtido de ellas amontonándolas sobre el mostrador como si fueran sacos vacíos. Preguntó con timidez el precio y no se atrevió a regatearlo……

                             “La de Bringas” de Benito Pérez Galdós

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